En plena ladera del río Miño se alza este elegante templo. Si bien está emplazado en el ayuntamiento de O Saviñao, el mejor punto para disfrutar de la arquitectura de su fachada es en el descenso de la carretera Lu-533 Chantada-Escairón.

Como en tantas otras ocasiones, originariamente fue concebido para ser lugar de culto en uno de los múltiples monasterios que se encontraban salpicados por los cañones del Sil y del Miño. Y, como en la mayoría de los casos, lo que nos encontramos en la actualidad es una iglesia de uso parroquial. Gracias a esto, disfrutamos, ocho siglos después, de una de las fachadas más destacadas de la zona por tener clara influencia del Mestre Mateo y el Pórtico de la Gloria.

Una vez llegamos hasta la iglesia, destacan las vistas que nos muestran un paisaje plenamente humanizado que hoy se postula como Patrimonio de la Humanidad. Quizás, lo más llamativo sea el embalse de Belesar del que hablaremos en otro post.

El primer monasterio en el que habitaron estos monjes benectinos es objeto de debate. Si bien no sabemos el lugar exacto, sí sabemos que, al menos, en el año 976 ya estaba habitado.

Centrándonos meramente en el asentamiento hay que destacar que, debido a la orografía del propio cañón y al tamaño de templo han tenido que excavar en la propia montaña para que se pudiera asentar el edificio completo. Otra de las solución ha sido la creación de una cripta para nivelar el terreno; este es uno de los elementos que nos recuerda a la catedral compostelana.

En cuanto a la fábrica de la iglesia podemos decir que se dispone en una única nave rectangular rematada en ábside semicircular, tejado a dos aguas y contrafuertes que permiten que la altura del templo sea superior a la de otros de su tiempo. No debemos pasar por alto las modificaciones posteriores: sacristía, añadido en el siglo XVI, los arcos arbotantes en el exterior del ábside del siglo XVIII y la espadaña exenta en el siglo XX.

 

Una vez justo enfrente de la fachada disponemos apenas de unos 3 metros de margen y, para contemplarla, necesitamos alzar la vista. Un rosetón de casi 4 metros de diámetro corona la parte superior de la fachada que se divide horizontalmente por un tornalluvias o tejaroz decorado con arcos ciegos y rosetas. En la parte de abajo está dispuesta una portada con 4 arquivoltas y chambrana, esta última decorada con piñas, un elemento común en la zona. La arquivolta exterior representa un bocel de hojas de parra y sarmiento, la segunda un sogueado, la tercera puntas de diamante y por último, la interior, la más llamativa y la que nos recuerda al Pórtico de la Gloria de la catedral compostelana está decorada con 7 ancianos sedentes que portan 5 instrumentos, un disco solar y una luna. Justo en el centro tenemos un tímpano liso de mármol del Incio, mismo material que los fustes lisos de las columnas. Estas columnas están coronadas con capiteles que representan elementos fitomorfos a excepción de los más próximos a la entrada que son arpías y monstruos. Por último tenemos las mochetas sobre las que reposa el tímpano a la izquierda el bien y a la derecha el mal. Esta portada está flaqueada por dos arcos ciegos que funcionan como contrafuerte.

 

Una vez dentro nos sorprende la altura de la única nave y el banco corrido en los laterales que sirve de apoyo para las columnas laterales. Al remate de la nave tenemos un arco de triunfo, presbiterio y ábside. El presbiterio está cubierto con bóveda de crucería y el ábside de cascarón.

 

Desaparecidas durante un tiempo, hoy podemos disfrutar de nuevo de la escena de la Epifanía dispuesta en grupo de 4 esculturas exentas: los tres reyes magos y la Virgen con niño. Realizados en granito en el siglo XIII y de los cuales se conserva policromía en la Virgen.