Monforte de Lemos, capital de la Ribeira Sacra, situada justo en el centro del Valle de Lemos, al sur de Lugo. Sus orígenes se remontan al año 1104 cuando, el rey don Alfonso VI y la reina doña Constanza conceden el señorío de la Tierra de Lemos a Don Fruela Díaz, Conde de Astorga, Bierzo y Sarria.

El lugar en el que comienza este asentamiento es en el Monte de San Vicente, visible desde cualquier punto del Valle y lugar en el que ya habitaban unos monjes benedictinos que cedieron parte de su terreno.

No obstante, no debemos pasar por alto, que, antes de la existencia de esta villa medieval ya en la zona habitaron otros pueblos, de los que conservamos restos paleolíticos al norte del valle y documentación romana sobre un asentamiento castrexo, al que llamaron Castro Dactonio.

Monforte fue capital de un poderoso señorío feudal, después Condado de Lemosy, durante el siglo XV llegaría al culmen de su extensión, abarcando Sarria, Castro Caldelas, Monforte, Ponferrada y Villafranca, entre otras. Sin embargo, en tiempos de los Reyes Católicos y del II Conde de Lemos, Don Rodrigo Enriquez de Castro, este condado fue dividido en dos partes, quedando adscrito a los términos circunscritos en las tierras de Galicia.

En un primer momento, don Fruela, manda construir una fortaleza y una muralla. En la actualidad, conservamos gran parte de la fortaleza, una cuarta parte de la muralla que originalmente medía algo más de 800 metros, así como una de las puertas de acceso, la puerta Alcazaba.

Dentro de murallas, en la primitiva villa medieval, albergamos un buen ejemplo de los edificios más relevantes de la ciudad. La fortaleza, el Palacio Condal, el Monasterio de San Vicente y su iglesia. Así mismo, cabe destacar la conocida como rúa Falagueira, lugar destacado por los diferentes vestigios judíos que se encuentran. Todo este recinto, así como el Colegio de Nuestra Señora de la Antigua, del que hablaremos detalladamente en otro momento, han sido declarados, en 1994 y 1973, en este orden, Bien de Interés Cultural.

En 1456 don Pedro Álvarez Osorio y doña Beatriz de Castro se convirtieron en los primeros condes hereditarios del condado de Lemos. Hasta este momento se trataba de un señoría feudal que, si bien estaba ligado a la familia de Castro desde el siglo XII, no tenía carácter hereditario. La familia de los Castro llegará a formar parte e los Grandes de España, estando ligados al Duque de Lerma y ostentando hasta la actualidad este condado aunque hoy ligado a la casa de Alba. Los miembros más relevantes para la historia de Monforte de Lemos serán doña Beatriz, el Cardenal don Rodrigo de Castro y los VII Condes de Lemos don Pedro Fernández de Castro y doña Catalina de la Cerda y Sandoval.

La zona de la fortaleza destaca por su impresionante torre del homenaje, la cual fue reconstruida tras las Revueltas Irmandiñas. Impresiona su gran calibre, siendo la torre medieval más alta de toda Galicia con una algura de 30 metros, un ancho de 12,50-13,50 metros y grosor de muro que llega a los 3 metros.

Culminando el monte de San Vicente del Pino tenemos el Monasterio del mismo nombre y su iglesia. Aunque la fábrica actual es del siglo XVI el asentamiento de los benedictinos en la zona data del siglo X.

Si bien su iglesia es renacentista con interior gótico tardío de transición, la zona monasterial tiene fachada y claustro neoclásico.

El actual Parador de Turismo tiene un precioso claustro del que nos llama la atención el aljibe del centro y su cupulín, el cual es una réplica de la torre campanario actual de la iglesia y la doble columna del primer cuerpo, elemento típico del neoclásico.

 

En la actualidad, la piedra vista de la cara sur de la iglesia se ha cubierto debido a la restauración realizada en el año 2019 para mantener el estado interior libre de filtraciones. Continúan las labores de restauración en el interior del templo.

La fachada carece de simetría a la vista debido a que, una vez, remodelado y ampliado el monasterio, la fachada del monasterio ocupa parte del lado norte de la iglesia, este hecho ocurre en otras fábricas como como la Iglesia de la Universidad de Santiago de Compostela.

Se conserva en su interior del siglo XII una pila bautismal y un sarcófago. Del siglo XIV una talla de Santa Ana, con la virgen y el niño, única en la zona. Del siglo XVII una pintura en el retablo central de autor desconocido y con la firma Milbienes que representa el martirio de San Vicente. Del siglo XIX pinturas murales realizadas por los monjes de Samos. Estas últimas en actual restauración.


Fachada de la iglesia perteneciente al Monasterio de San Vicente del Pino. Monforte de Lemos

El palacio Condal es la tercera de las edificaciones que componen el complejo monumental de San Vicente del Pino. Este edificio tiene un aspecto un tanto extraño que llama bastante la atención, esto se debe, sobre todo a los materiales de los que está hecho: esquisto, granito y mármol blanco.

Es esquisto, el la piedra que forma el monte de San Vicente y es, por este motivo, utilizada en momentos de pobreza, el granito, que tiene que ser traído fuera del valle se utiliza únicamente para las construcciones más relevantes y el mármol blanco, empleado en la puerta principal y en los escudos de la familia que coronan la puerta, procede de O Incio. O Incio es una localizad situada al norte del valle y este preciado material se podrá ver en la partes de nobles de diversas iglesias de la zona, sobre todo en el tímpano y en los fustes de las columnas, uno de los ejemplos es Santo Estevo de Ribas de Miño.

La mezcla de granito y esquisto, por otro lado, se debe fundamentalmente a que el edificio debió de ser reconstruido tras un fuerte incendio en el siglo XVII que duró varios días y que arrasó parte del archivo y de las propiedades de los condes.

Dentro de murallas también nos encontramos con la rúa falagueira, una de las más destacadas de la ciudad. Monforte de Lemos forma parte de la red de juderías de España, y es esta calle la que lleva el sobrenombre de barrio judío. Si bien esto sucede así, debemos destacar que la población judía de Monforte de Lemos vivía en las distintas zonas de la ciudad atendiendo a su gremio. Estaban totalmente integrados.

Sin embargo, debemos destacar que esta calle alberga vestigios inequívocos de la existencia de habitantes judíos, como son los restos de una edificación, hasta el momento catalogados como sinagoga, así como, una imponente vivienda al lado de la puerta de la Alcazaba que era propiedad de la familia Gaibor. La familia de los Gaibor ha sido una de las más relevantes de la zona llegando a ser, por varias generaciones, mayordomos del propio conde.